Trofeo Real Club Marítimo de Santander de Vela Ligera
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abril 18, 2012La jornada amaneció de noche. Caballero se lanzó al agua a las 00.26 horas. El frío apretaba en el barco, a pocos metros de la playa y Jaime saltó y nadar hasta la orilla, salir totalmente del agua y volver a entrar para que validen el comienzo de la prueba. El agua negra impresiona y si a eso se añade aproximadamente el metro de mar de fondo y las olas que atacan por el costado, el tema se complica. Al menos, la migración de ballenas y orcas que se suele dar por estas fechas en el canal de Santa Catalina se ha retrasado un poco este año y aunque no son las condiciones ideales a Cabellero se le veía fuerte y con muchas ganas.
A las dos horas, ya había recorrido algo más de cuatro millas, una cuarta parte del recorrido. Las olitas de viento habían desaparecido pero el mar de fondo seguía siendo de un metro y con las olas muy seguidas. Jaime levantaba un poco de más la cabeza pero lo compensaba con unas piernas fuertes. Cuando metía la mano en el agua y daba la palada no hacía espuma y empujaba muy bien el agua.
La compenetración entre Andrés (‘barman’ de Caballero de toda la vida) y Jaime es total. Cada media hora a golpe de silbato le dio de comer y de beber lo que le correspondía. Una vez platano y la siguiente, un pastelito. Sustituyeron las barritas energéticas por ‘tigretones’ pequeños porque le resultan mas fáciles de tragar y no necesita reducir el ritmo. Los nadadores locales desconocían el método sobre todo de beber, ya que están acostumbrados a usar botellines del tipo ciclista. Lo del vaso es mas rápido. Caballero lo bebe en menos de un segundo y sigue.
Amanece
El récord de esta travesía está en ocho horas y cinco minutos, pero Caballero decidió no estar pendiente del tiempo sino de ir a lo suyo y marcarse el primer objetivo de acabar. La noche fue dura, pero a las 4.00 horas ya estaba a mitad de recorrido.
Poco después amaneció y eso siempre favorece psicológicamnete al nadador, pero lo malo fue que se levantó brisa. A falta de ocho millas surgió un imprevisto: un carguero apareció en ruta que llevaba Caballero, viniendo del oeste. Al final, hubo sitio para todos y siguió con sus 55- 58 brazadas por minuto, como durante toda la travesía.
A las once de la mañana, empezó hacer calor, pero la playa de destino ya estaba a la vista y parecía un destino asequible, pese a la dureza del reto. Por suerte no se había levantado mucho viento y el objetivo estaba cada vez más cercano. Poco después, el sueño de Jaime Caballero se hizo realidad. Hizo pie en la playa y levantó los brazos en señal de victoria: reto conseguido. La triple corona ya era suya.
Fuente: Diario Vasco